Relato de montaña
Las cosas que uno piensa: reflexiones sobre el Teniente del Quempo
Para los andinistas, el sentido contemplativo del montañismo va mucho más allá de ascender una montaña o romper las barreras deportivas. De cierto modo, esto último ha ido lapidando el espíritu de la aventura y lo desconocido. Ese patio de tesoros donde nos podemos desenvolver ha pasado a segundo plano en un entorno cada vez más individualista y competitivo, donde muchas veces el concepto de la cordada no está bien definido.
Para nosotros-y digo nosotros con toda certeza por la razón de que las personas con las que comparto mis días en la montaña buscan la misma libertad y visión del montañismo-, lo que buscamos es conectar el presente con quienes nos antecedieron. De esta manera, aparte del sentido aventurero y de introspección, tener esa conexión con la historia del lugar y el entorno que nos rodea.
Por otro lado, es importante crear lazos de amistad y confianza con las personas que nos acompañan, una buena cohesión siempre traerá los resultados esperados, siempre que las condiciones meteorológicas y de seguridad sean las indicadas para poder realizar la actividad.
El cerro Teniente del Quempo siempre fue esa montaña que miré con ganas de ascender. En la lista de ascensos de quienes nos antecedieron figuraban grandes nombres del andinismo nacional, tales como Wolfang Forster, Fernando Montenegro, Julius Haberland en su primer ascenso de 1957, posteriormente un segundo ascenso por la cordada integrada por Diego Vergara y Christian Buracchio en 1998 por una ruta distinta a la de su primer ascenso, mucho más aérea y técnica desde el Alfalfal, y un tercer ascenso en el invierno del 2001 por Erick Vásquez y Arturo Barraza desde el Alfalfal, también por una ruta aérea probablemente algo similar a lo de 1998.
Tomando en consideración la información recopilada, lo más probable era que este ascenso nos daría mucho trabajo que hacer. Lo que me motivó finalmente a llevar a cabo la idea fue una conversación con Damir Mandakovic quien me dice que esta era una montaña que debía intentar. Él no estaría presente en este ascenso por un viaje al extranjero.
Motivado por las palabras de mi amigo comencé a buscar información sobre la montaña. Fuera de los 3 ascensos antes mencionados, existía un intento realizado por Álvaro Vivanco, Eduardo Atalah, Jorge Hess el 2011, quienes desisten del Teniente. Lograron un primer ascenso en una montaña vecina, nombrándola cerro Bávaro.
Viendo fotos de la cara este del cerro Teniente del Quempo sacadas desde los cerros Klemm y Salazar-montañas que están más al norte- nos pudimos dar cuenta que desde el valle de la Jarilla se podría ir conectando los neveros hasta la parte más alta (ruta utilizada en 1957 por sus primeros ascensionistas).
En ese punto el único convencido era yo, no había compartido la idea con ninguna de mis cordadas aún, pero ya estaba todo reunido para presentarles la idea a quienes se interesarían en formar un equipo e ir por el intento.
Fue así que, junto a Emil Stefani, Jonathan Contreras y Víctor Trinidad, el 15 de octubre del 2023, partimos rumbo a la Jarilla en busca de aquella montaña olvidada hace casi ya 23 años. La idea fue muy bien recibida por los integrantes, quienes son algunas de las personas más motivadas y enérgicas que conozco. Siempre están pensando a dónde ir la próxima vez que nos veamos.
Partimos desde Santiago hacia el Alfalfal, en el camino nos desviamos hacia la casa de Ismael Ortega uno de los arrieros más conocidos por quienes practican el montañismo en ese lugar en particular. Tras pasar el control de AES GENER, nos dirigimos hacia la quebrada de la Jarilla, un cajón cordillerano por donde baja el estero homónimo.
Nuestro ascenso estuvo marcado por las buenas condiciones de la nieve. El invierno depositó gran cantidad de ésta en los valles y para la fecha de nuestro intento estaba dura y resistía bastante bien nuestro peso. Esto nos ayudó a mantener un buen ritmo y ganar altura bastante rápido. Decidimos llegar a la base de la cara este de la montaña, de esta manera en la madrugada saldríamos con una perspectiva de donde tendríamos que ir guiando nuestra marcha. Desde abajo, la ruta se veía bastante expedita.
Al día siguiente salimos a oscuras, nos fuimos acercando a la cara este por una gran canaleta, nos pegamos al margen izquierdo (hacia el sur de esta). En su parte alta se presentaban dos opciones, cargarse lo más a la izquierda (sur), para pasar a la parte media por una pequeña canaleta y esto fue lo que decidimos. La otra opción era salir por el medio, por un lugar más expuesto, pero no imposible. Los neveros se presentaron en buenas condiciones para el ascenso, algunos tramos eran bastante verticales y expuestos, pero bastaba con estar concentrados en lo que hacíamos.
Recuerdo lo frío de aquella mañana, condiciones óptimas para disminuir los peligros objetivos en particular de desprendimientos y avalanchas. Uno a uno fuimos llegando a la cumbre. Eran las 9:26 AM, y en ella encontramos una pequeña pirca y dentro de ella un tarro con un impacto de rayo. Dentro, un testimonio del año 2001 por sus terceros ascensionistas, un regalo que solo las montañas de nuestros Andes nos pueden entregar. En ellas está parte de nuestra historia y de quienes dedicaron sus días a ascender las alturas de los Andes Centrales, adentrándose en lo más salvaje y aún prístino de nuestro territorio.
Pasaron 23 años desde su último ascenso, ¿cuántas montañas aún nos quedan por descubrir o redescubrir como el Teniente del Quempo? Montañas que guardan estos tesoros, testimonios de personas que tenían puestas sus energías y tiempo en descubrir y ver las cosas desde otro ángulo, mostrándonos lo bello de la simpleza y la importancia de las montañas para el bien común.
Enlaces de interés
Cerro Teniente del Quempo en Andinismo de Escritorio
Más fotos, capturadas por Víctor Trinidad